La minera Milpo evitó todo tipo de conflicto por el agua con la población de Chincha cuando construyó su mina polimetálica Cerro Lindo. La herramienta fue pionera en el sector: invirtió
US$2,5 millones en la construcción de una planta desalinizadora capaz de producir 36 litros por segundo de agua tratada, sobrepasando incluso sus propias necesidades (de 18 litros por segundo). De esta manera la mina consiguió agua, y es posible que hasta el día de hoy muchos chinchanos no estén enterados de la existencia de la mina de Milpo. Al igual que en Milpo, en el proyecto de fosfatos de Bayóvar en Piura, la minera Vale decidió no interferir en los acuíferos de la zona optando por desalinizar agua de mar. La producción propia del agua es igual a cero problemas. En la actualidad, una tercera mina mira la posibilidad de desalinizar agua y construir una planta de entre US$80 y US$90 millones: Southern Copper, con su proyecto cuprífero Tía María en Arequipa. Sin embargo, esta no fue su primera opción; previamente la empresa pensó abastecerse de las aguas del río Tambo, lo cual inquietó a las comunidades de la cuenca. Hoy, pese a que han indicado que desalinizarán agua, la desconfianza de los agricultores de la zona ya es parte del problema. Sin embargo, no todos pueden aplicar los sistemas de desalinización para intentar aplacar la preocupación de la población. José Luis López, asesor de la Asociación Civil Labor, resalta que algunas mineras han recurrido al represamiento, decisión que les permite ofrecer agua a la agricultura de las comunidades vecinas. Es el caso de Yanacocha, que ha construido minidiques y ha revestido canales para mejorar la eficiencia en el uso del agua dentro de su cuenca. También está el caso de La Zanja de Buenaventura (Cajamarca). La minera invirtió US$4 millones para la represa “El bramadero” de 600 mil metros cúbicos en base a la lluvia. Esto es un 50-50: la mitad de agua es para la mina y el resto para la agricultura.
Igual funciona la represa Pillones en Arequipa, donde, junto con Egasa, la minera Cerro Verde incrementó el caudal de agua para la agricultura y para expandir su producción. También Xstrata ha prometido invertir en la represa de Cotabamba de Apurímac. Paul Younger, director del Instituto para la Investigación y la Sostenibilidad de la Universidad de Newcastle, señala que la idea es que la minería cree activos antes que pasivos mineros. Indica que la posición de las mineras es considerar que el agua es un recurso compartido al que deberían tener acceso como cualquier otra actividad y, si bien esto puede ser justo, la población las percibe como una amenaza. Para Manuel Glave, investigador de Grade, el problema no proviene de las mineras sino del desorden que existe en la gestión del agua. “No está claro cuál es la oferta y la demanda del agua por cuencas. Esta es una tarea que recién está comenzando a desarrollar la nueva administración del agua. Eso puede tomar unos dos años más”, comenta. Glave recomienda a las mineras involucrarse en los planes de gestión integral a nivel de cuencas.